Carta a la Amada Inmortal


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Busto Esculpido de Beethoven en VRML

Esta es la única carta amorosa de Beethoven que nos ha quedado, aun cuando haya habido otras. Fue encontrada entre sus propios papeles muchos años después de su muerte. No está confirmado el año. Vanos fueron los esfuerzos de los especialistas para establecer la destinataria. Lo que puede aprecierse aquí por única vez no es que Beethoven hablara así a tal mujer, sino cómo hablaba a las mujeres. La carta, que fué escrita en dos días de junio, y que está formada por tres párrafos, es larga:

"Mi ángel, mi todo, mi yo... ¿Por qué esa profunda pesadumbre cuando es la necesidad quien habla? ¿Puede consistir nuestro amor en otra cosa que en sacrificios, en exigencias de todo y nada? ¿Puedes cambiar el hecho de que tú no seas enteramente mía y yo enteramente tuyo? ¡Ay Dios! Contempla la hermosa naturaleza y tranquiliza tu ánimo en presencia de lo inevitable. El amor exige todo y con pleno derecho: a mí para contigo y a ti para conmigo. Sólo que olvidas tan fácilmente que yo tengo que vivir para mí y para ti. Si estuviéramos completamente unidos ni tú ni yo hubiéramos sentido lo doloroso. Mi viaje fué horrible...

"Alégrate, sé mi más fiel y único tesoro, mi todo como yo para ti. Lo demás que tenga que ocurrir y deba ocurrir con nosotros, los dioses habrán de enviarlo...

"Tarde del lunes... Tú sufres. ¡Ay! donde yo estoy, también allí estás tú conmigo. Conmigo y contigo haré yo que pueda vivir a tu lado. ¡¡¡Qué vida!!! ¡¡¡Así!!! Sin ti... perseguido por la bondad de algunas personas, que no quiero recibir porque no la merezco. Me duele la humildad del hombre hacia el hombre. Y cuando me considero en conexión con el Universo, ¿qué soy yo y qué es aquél a quien llaman el más grande? Y sin embargo... ahí aparece de nuevo lo divino del hombre. Lloro al pensar que problablemente no recibirás mi primera noticia antes del sábado. Tanto como tú me amas ¡mucho más te amo yo a ti!... ¡Buenas noches! En mi calidad de bañista, debo irme a dormir. ¡Ay, Dios! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿No es nuestro amor una verdadera morada del cielo? ¡Y tan firme como las murallas del cielo!

"Buenos días, siete de julio. Todavía en la cama se agolpan mis pensamientos acerca de ti, mi amada inmortal; tan pronto jubilosos como tristes, esperando a ver si el destino quiere oírnos. vivir sólo me es posible, o enteramente contigo, o por completo sin ti. Sí, he resuelto vagar a lo lejos hasta que pueda volar a tus brazos y sentirme en un hogar que sea nuestro, pudiendo enviar mi alma al reino de los espíritus envuelta en ti. Sí, es necesario. Tú estarés de acuerdo conmigo, tanto más conociendo mi fidelidad hacia ti, y que nunca ninguna otra poseerá mi corazón; nunca, nunca...

"¡Oh, Dios mío! ¿Por qué habrá que estar separados, cuando se ama así? Mi vida, lo mismo aquí que en Viena, está llena de cuitas. Tu amor me ha hecho al mismo tiempo el ser más feliz y el más desgraciado. A mis años, necesitaría ya alguna uniformidad, alguna normalidad en mi vida. ¿Puede haberla con nuestras relaciones?... ángel, acabo de saber que el correo sale todos los días. Y eso me hace pensar que recibirás la carta en seguida.

"Está tranquila. Tan sólo contemplando con tranquilidad nuestra vida alcanzaremos nuestra meta de vivir juntos. Está tranquila, quiéreme. Hoy y ayer ¡cuánto anhelo y cuántas lágrimas pensando en ti... en ti... en ti, mi vida... mi todo! Adiós... ¡quiéreme siempre! No desconfíes jamás del fiel corazón de tu enamorado Ludwig. Eternamente tuyo, enternamente mía, eternamente nuestros."

Se piensa que la carta estaba dirigida a una joven llamada Giulietta cuando ésta tenía 17 años. No es en modo alguno una ferviente carta de amor.

Naturalmente es la carta escrita después de una promesa, pero constituye un documento embarazoso que contempla ante sí a la amada y pone de manifiesto las razones de la separación, que no consisten tan sólo en la resistencia de los padres. Es un documento decisivo en lo que se refiere al estado de alma de Beethoven, cuya naturaleza le hacía buscar y necesitar en la vida verdadera la renunciación. Por eso la llama "la amada inmortal": porque ni ella ni él valían para realizar juntos el amor perecedero. No, no es nada más ni nada menos que un adiós al ídolo amado.

En ningún pasaje se opone a las circunstancias exteriores; más bien explic alas suyas propias a su amada. En la primera parte, escrita sin duda por la mañana, indica a la amada que no hay que exigirlo todo, sino sacrificarse. Desvía su ánimo excitado hacia la Naturaleza, le aconseja que se alegre apartando de sí las cuestiones acerca del Destino y le reprocha suavemente el haber olvidado que él tiene que vivir para sí mismo y para ella. En la segunda parte de la carta, a la tarde, da libre curso a su a´helo, porque en el atardecer piensa en ella; pero de repente se ergue, como en sus sonatas, en una total obstinación. Pero en seguida establece también que él es quien más ama, y se pierde en fantasías en un firmamento de amor.

A la mañana siguiente ha resuelto decirle toda la verdad, y declara en la tercera parte de la carta que quiere, o vivir por entero con ella, o si no, nada, lo que puede referirse a determinados planes de la muchacha con el rival. Dice después que vagará a lo lejos hasta que pueda casarse con ella, pues lleva ahora una vida penosa. Por último, viene -como punto capital- la cuestión de si sería posible para ella la uniformidad de la vida que él necesita, es decir, la soledad enel matrimonio. Entonces le pide que reflexione tranquila, y después de este scherzo tempestuoso se desliza hacia un ferviente presto-finale.

En esta carta se encuentran muchas palabras patéticas, pero ninguna tierna; es impersonal en un sentido profundo, y sin embargo una muchachita debía vivir en el recuerdo de su enamorado concertada en un movimiento de cabeza, en una mirada, en un vestido. ¿Qué sentiría cuando se oyera invocar como la Amada eterna de un genio, en lugar de la amada mortal?

Pero, no obstante, ella, o bien la desconocida a quien estuviera dirigida, no debió leer nunca la carta. ¿Cómo, si no, iba a aparecer entre los papeles dejados por Beethoven? Si se hubiera producido una ruptura con devolución de cartas, él hubiera guardado, o todas o ninguna. Lo probable es que no ocurriera, y resulta inverosímil hasta el extremo una devolución formal en tan románticas circunstancias. Y, como quiera que hubo que conservar esa única carta a lo largo de más de veinte años con sólo otro documento, lo seguro es que no la enviaría; pero, encontrándola muy significativa para su vida, la guardó en lugar de romperla.

Tanto el tono de la carta como su singularidad, como también su notable destino, muestra el gran terror de Beethoven a la pasión, en la que sin embargo soñó siempre, a las mujeres, al matrimonio, al término de su soledad. El grito de la renunciación que hizo inmortal la carta tiene un hondo arraigo en su naturaleza. No fué un destino hostil lo que le apartó de las alegrías del vivir, sino el fondo mismo de su ser. Todo lo que él imaginaba tenía que permanecer en la irrealidad. Beethoven eraun emperador y un amante, un conquistador y un libertador, sólo en sus ensueños. Toda su vida y toda su obra merecen el título de Quasi una fantasía.